viernes, 15 de enero de 2021

La Historia Interminable como paradigma de la Nueva Humanidad

 La Historia Interminable como paradigma de la Nueva Humanidad.

Tomo el término "Nueva Humanidad" de Emilio Carrillo. Me parece pertinente utilizarlo porque en La Historia Interminable, el acto de nombrar da lugar a una nueva creación en el reino de Fantasía, al igual que en nuestros tiempos, renombrar el caos, la incertidumbre, la caída de estructuras y el surgimiento de otras, bajo el epígrafe de Nueva Humanidad, nos da la oportunidad de resignificar la experiencia y darle un foco, poner la atención más en aquello que queremos construir que en lo que tratamos de evitar.

La Historia Interminable comienza con la extensión de la Nada, que es algo que no se puede describir, algo que hace desaparecer ciudades, bosques, pueblos y gentes. Donde ayer había una montaña, un río, hoy no hay nada, todo pierde sus contornos, simplemente deja de existir. Esta Nada va precedida de una especie de desaliento gris que va marchitando, corroyendo la vida. Cuando la Nada se aproxima las personas, los animales y las plantas empiezan a decaer, a marchitarse, a perder la vitalidad, a dejarse llevar por el desánimo y la tristeza. Es entonces cuando la Emperatriz Infantil llama a Atreyu, para que busque al salvador del reino de Fantasía. El salvador deberá dar un nuevo nombre a la Emperatriz antes de que el reino se extinga devorado por la Nada. Nos encontramos aquí con el acto de nombrar como acto de creatividad, algo tiene que nacer pero primero hay que llamarlo, nombrarlo, darle una esencia, una sustancia. El tiempo de la Emperatriz ha Acabado, una nueva realidad tiene que ser creada y al pronunciarla la hacemos consciente, sabemos qué está pasando y qué es lo que tenemos que hacer: inventar un nuevo nombre, una nueva manera de entender la experiencia.

La Emperatriz sabe que su tiempo se acaba porque su existencia es cíclica. Cada cierto tiempo debe cambiar de nombre para dar paso a otra realidad ¿Por qué es tan importante el nombrar? En Parsifal se nos cuenta la historia del joven guerrero que llega al palacio del rey Anfortas, a la tierra baldía, pero Parsifal tiene miedo de preguntar, de verbalizar aquello que tiene delante de los ojos, ve la tierra yerma y no hace la pregunta que podría haber salvado a Anfortas y su reino. Calla, y los ciclos de fertilidad, de renovación de la tierra, no pueden producirse. El reino permanece estéril. Nombrar es crear aquello que está por venir, creer y crear su realidad, permitir que una nueva etapa, una nueva creación ocupe el lugar de lo anterior. También J. G. Frazer nos cuenta la historia del guardián-rey-sacerdote del bosque de Nemi, que sabe que su destino es morir de manos de quien ha de reemplazarle, del próximo guardián, del próximo movimiento cíclico porque su tiempo ha terminado y otra cosa, otro rey ocupará su lugar. Del mismo modo, la Emperatriz Infantil debe morir. Alguien tiene que otorgarle un nuevo nombre para que la vida siga, porque su destino está ligado al destino de todo su reino. El cambio de ciclo en nuestra realidad de 2021 es asimismo irrevocable, tal y como el paso de las estaciones, de las etapas de la vida: niñez, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte. Pero la muerte es otro paso hacia otra dimensión más grande. La Emperatriz no muere realmente, muere a un nombre, a una etapa, para hacer posible que surja una nueva etapa desde una consciencia expandida, igual que la juventud expande la consciencia de la niñez y la madurez expande la consciencia de la juventud. La muerte también es una expansión hacia algo más grande. Y en este periodo de la existencia, el Kali Yuga, el final de los tiempos, la vieja conciencia debe morir para dar paso a algo nuevo, a esa Nueva Humanidad, a ese nuevo nombre. Porque la transformación es necesaria e irreversible, porque la vida busca su próximo nivel de expansión. Frente a la incertidumbre, el miedo, el caos, está surgiendo la necesidad de una transformación individual y colectiva. De un nuevo modo de mirar y entender la Vida y de entendernos como individuos y como especie. En este sentido, volvamos a La Historia Interminable. Atreyu representa un estadio de la conciencia que indaga, se cuestiona, confía, actúa desde su guía interior. No siempre le salen las cosas como él quiere pero siempre persevera. Bastian, que dará el nuevo nombre a la Emperatriz para así salvar el reino de Fantasía, por el contrario, se ve a sí mismo como un niño apocado y débil. Bastian va adquiriendo consciencia a través de Atreyu, le va siguiendo en todas sus aventuras y llega un momento en el que se da cuenta de que Atreyu le está llamando a él, y no acaba de creérselo ¿por qué él? un niño impotente, débil y asustado que se esconde para leer un libro. Bastian no se considera muy listo, ni fuerte, ni valiente, pero tiene un don: le gustan las historias y sabe cuál es el nombre que pondría a la Emperatriz. Él representa la conciencia que quiere ir del ego al ser. Todos estamos llamados a salir de los límites de lo que creemos posible, la realidad esencial es que, al igual que Bastian, cuando todo está perdido, sólo podemos confiar. En la vida, en nuestros recursos interiores, en que esto tan duro que estamos viviendo también pasará, en que saldremos adelante como individuos y como especie, y algo nuevo tendrá que surgir.

Una vez que la Emperatriz se ha convertido en la Hija de la Luna, Bastian irá creando progresivamente un nuevo mundo a partir de la Nada, pero al mismo tiempo va olvidando quién es. Su camino de vuelta consiste en recuperar su identidad, o de recrearla, pues ya no podrá ser nunca la misma del niño tímido de antes. Se trata de emprender el regreso con todos los aprendizajes, toda la experiencia vivida, toda la memoria de su paso por Fantasía, desidentificándose del pequeño yo para volver al Ser. Esta es la verdadera vuelta en espiral, un impulso a una consciencia más grande, a través de penalidades, alegrías y dudas. Y en este viaje que emprendemos hacia otra forma personal y colectiva de estar en el mundo, no estamos solos, al igual que Atreyu y Fújur están ahí para Bastian, muchas personas comparten la misma inspiración, el mismo deseo de crear otra realidad posible dentro y fuera de cada uno de nosotros. El viaje siempre es interior, pero no lo estamos haciendo solas, estamos construyendo, sembrando desde nuestra común humanidad. Sabiendo que quizá la transformación no la percibamos hoy o mañana, o el año que viene, pero ya está sucediendo, y no hay vuelta atrás.



Mi personaje favorito del libro, Fújur, el dragón de la suerte.



Brunhilde Román Ibáñez

Imagen: Internet