jueves, 27 de julio de 2017

El poeta y sus símbolos: Mandorla, de José Ángel Valente

Antes pensaba que la belleza representaba simplemente un concepto estético. Ahora sé que lo bello es aquello capaz de sacar lo mejor y más verdadero de nuestro interior. Aquello que puede saciar nuestra hambre de eternidad, aquello que tiene el potencial de salvarnos la vida.

Desde que leí este poema, "Mandorla" es mi palabra favorita en italiano. "Amande" es suavidad, pero mandorla posee además una fuerza que rasga y que arde a la vez. Mandorla no es sólo una palabra, es una música y el instrumento del que sale la música, y la mano que acaricia las cuerdas. Y la vibración.
Amo a José Ángel Valente por escribir este poema.



                                                                    Mandorla
                                                        Estás oscura en tu concavidad
                                                       y en tu secreta sombra contenida,
                                                      inscrita en ti.
                                                       Acaricié tu sangre.
                                                     Me entraste al fondo de tu noche ebrio
                                                     de claridad.



Acariciar, con todo lo que se es,  encuentro inevitable entre el espejo y sus sombras donde sólo se entra en la desnudez total. Penetrar en la propia noche, donde aguarda el origen de la luz. 

                                                                           Vesica Piscis
La entrada al cuerpo de la gran madre, la intersección donde mythos y logos se hacen uno y la forma encierra una idea mayor: la fuente de toda la creación. 
Symbolon, el lugar en que  se cruzan la idea y la forma: "Primitivamente, el símbolo era un objeto partido en dos, del que dos personas conservaban cada uno la mitad. Estas dos partes unidas servían para reconocer a los portadores su compromiso o su deuda". (etimologias.dechile.net)



Viajar al fondo de la materia para ser habitados por el espíritu, para que la sombra encuentre el camino hacia su propio resplandor, donde lo más delicado esconde el don de la mayor potencia. Que tengamos la gracia y el coraje de encontrar el camino a través del corazón de las tinieblas. Que encarnemos en nuestra sangre la voz del misterio que va más allá del placer y el dolor. Que veamos no con los ojos sino a través de ellos.


Poema: José Ángel Valente
Texto: Brunhilde Román Ibáñez
"Ver a través de los ojos": William Blake
Créditos de las imágenes: desconocido

martes, 4 de julio de 2017

Cuadernos de Poesía y Palabra V "Summertime"

Ayer celebramos la aparición del el nº 005 de Cuadernos de Poesía y Palabra: "Summer Time". Como siempre, gracias Félix por contar conmigo. Aquí va mi contribución al verano del amor :-)


Summertime

Agosto, augurio de ave fugitiva
donde la luz recoge el principio y el final del aire
y todo está ya dicho sin palabras

Sueña la luz en la luz adolescente del verano
y el labio hace inmortal al labio que lo besa
y el beso se hace azul para la boca de quien no conoció el mar
ni lo esperaba
sentado en alguna esquina de la vida

Agosto arde en el temblor de la espiga
en el cuerpo que se hace altar y alimento al amor
el cuerpo en el que la vida no se rinde
en el vientre solar que contiene la huella del invierno
cuyos pasos van hacia dentro y no se oyen

Agosto, antigua luz del mundo a ti vuelo con los ojos arrasados de soles
con manos que recogen el sonido del mar
con la boca que busca la boca que la convierta en su opuesto

donde brilla la verdad del aire
donde cumple la flor calcinada su ofrenda al mediodía
y arde y abre el grito intacto, las venas generosas
y arde y abre
a la plenitud del resplandor
lo que sólo la sombra nos revela



CAMBRIDGE 1997

El primer amor tenía aquella luz de agosto
que anunciaba la eternidad
un cuerpo desoyendo la noche
cae del tiempo y regresa a mí desde All Saints
Quizá no estemos ya tú y yo
quizá sólo el recuerdo nos reúne y nos salva
y me veo subiendo las escaleras de tres en tres para verte
como si en cada escalón pudiera
trepar hasta tu alma
No hacíamos el amor, hacíamos la vida
hacíamos la luz, la luz de entonces,
con el humilde pan y el desnudo vientre poblando la risa.
La tarde crece en mí y ya no estoy en Saint John´s College
ni vuelvo a Mawson Road entre las sombras
estoy en el umbral de algo
El límite, la estancia
hemos sido de nuevo convocados
tú y yo
al primer amor
a la última luz de aquella tarde.



Poemas: Brunhilde Román Ibáñez
Foto: Carlos Díaz Barco