domingo, 29 de julio de 2018

Vídeo Recital Amor Sagrado Espacio Ronda: El Arte de Ver: Blake, Taliesin.



               Primera parte del recital de Poesía Mística "Encuentro en el Amor Sagrado" con Miguel Ángel Cervantes. Se trata de una experiencia meditativa y de entrega en la que los participantes empiezan con los ojos cerrados. Siempre digo que la poesía que me gusta, y la que escribo, es la que te lleva más allá de la palabra, y este formato nos traslada a otro lugar de la conciencia, aquel en que la poesía se vuelve experiencia. Evocar el amor desde la respiración, ver con los ojos de dentro, sin los estímulos visuales a los que estamos tan acostumbrados. Dejamos que el corazón nos hable de su historia, que los sentidos nos vaya recorriendo. 
                Julian Spalding en "The Art of Wonder" nos dice que ver es hoy en día un acto mecánico, no espiritual pero que en la antiguedad, cuando conceptos como nervio óptico, retina, lentes y ondas luminosas eran desconocidos, la facultad de ver era un don. Incluso para los griegos, esos grandes cuestionadores de todo, la vista consistía en una emisión del ojo, como un rayo que tocaba cuanto veía. Los ojos eran soles en miniatura. Fenómenos como el mal de ojo o el enamoramiento al contemplar un retrato del amado o la amada tienen que ver con este concepto. El sólo acto de mirar podía crear o destruir.
                El poeta, el bardo, eran los portadores de la doble visión: la que ve lo que sucede fuera, el mundo fenoménico y sus circunstancias y la visión interior, la que se abre cuando miramos dentro. Para William Blake la imaginación y la creatividad eran parte de esta visión profunda que no sólo nos permite ir más allá de la superficie de las cosas, sino que nos hace capaces de crear otras realidades. 
Patrick Harpur cita a Blake cuando habla de mirar "no con los ojos sino a través de ellos."
           Para Harpur la doble visión es una metáfora del aspecto daimónico del universo: aquello que se mueve en la frontera entre dos mundos. En la realidad más prosaica se encuentra inscrita el alma de las cosas, todo lo visible tiene la opción de prolongarse más allá de sí mismo, de entrar en otra dimensión más allá de la realidad literal. De todas formas hay que aclarar que para los griegos el concepto de daimon experimentó diferentes evoluciones hasta llegar a convertirse en la idea de "genio", carácter o esencia. 
             "Que Dios nos guarde de la visión simple y del sueño de Newton," decía Blake. Aunque aquí no se trata de negar la razón y el pensamiento lógico-matemático-científico, sino de integrarlos dentro de una visión más amplia donde ambos universos se complementan, se explican uno al otro y a veces se solapan.

Un poema que me fascina es La Canción de Taliesin, "the Seer", el que ve. En la cultura céltica galesa las figuras del chamán, bardo, poeta y visionario convergían en una sola unidad: aquel que ve y transmite el conocimiento al mundo, aquel que está en contacto entre los dos planos, de manera similar a los daimones. John y Caitlin Matthews analizan a Taliesin desde la tradición druídica, donde a la dimensión física se le añadía la otra, el Otro Mundo, no accesible para todos pero que influye en nuestras vidas, nos presenta su espejo como contrapunto a la parte de realidad que vemos. Concluyo con una cita de Harpur:
            "El Otro Mundo existe precisamente para definir este mundo (...) En cierto sentido, cada persona es Otro Mundo para las otras."
Así que os invito a cerrar los párpados y a empezar a ver.

Horned One, Cernunnos
Lord of natures here and Other,
summon enchantment from the mists,
let me walk with mystery

Brighid, patroness of poets,
provide protection for your bard
your druid thruth-seeker,
that I may share in the mystery

Oh, sidhe, hidden just beyond the veil between where worlds meet,
accept this food and joyous music,
come make real your mystery


Texto: Brunhilde Román
La invocación a Cernunnos, Brighid y los sidhe la he sacado de Arthur Rowan, The Lore of the Bard. A Guide to the Celtic and Druid Mysteries. Llewellyn, 2003.
El libro citado es, Harpur, Patrick, El Fuego Secreto de los Filósofos. Atalanta, 2006.


lunes, 16 de julio de 2018

Invitación al viaje: Literatura para recorrer el mundo.


Invitación al viaje: Literatura para recorrer el mundo.

Hay muchos. Esta sólo es una selección de algunos de los míos, escritores-viajeros que han ensanchado mi mundo y han conectado con esa sed por descubrir, por abrir horizontes a golpe de palabra. Hay escritores que cuentan una historia y son buenos, hay otros que cuentan grandes historias y son muy buenos. Y están esos que cuentan historias y crean literatura. Como diría Brecht, esos son los imprescindibles.

Algunos de mis imprescindibles son:

JMG Le Clèzio. Ganó el Nobel en 2008 pero es bastante desconocido. Posiblemente el escritor que más me ha inspirado y al que debo mi primera novela (todavía sin terminar). Lo conocí cuando estudiaba francés y en uno de los libros de texto encontré “Le Temps ne passe pas”, breve relato sobre un amor adolescente. Me golpeó muy fuerte en algún lugar, David, con la foto de Zobeïde, a la que nunca volverá a ver. Recomiendo cualquiera de sus libros. Su escritura es toda una experiencia en si misma, evoca planicies infinitas, barcos que van hacia lejanos destinos, la llamada del viento y la libertad ¿qué decir de él? Lo amo.
Alguno de los que más me han gustado son: Mondo y otras historias, Desierto, La Cuarentena, Viaje a Rodrigues, Ourania, El Africano, Onitsha, El Pez Dorado, Diego y Frida, El Buscador de Oro.

Cees Nooteboom. Holandés. Errante. Otro grande de mirada ancha y horizontes sin fin. A éste me lo encontré en otro viaje, como tiene que ser, en la estantería de una librería de aeropuerto. Dudé mucho pero salí con Le Matelot sans Lèvres (un libro que no aparece nunca entre las obras de Nooteboom, por deseo expreso del autor, creo). Me quedan muchos por leer pero algunos de los que he disfrutado más son: Hotel Nómada, Rituales, Mokusei!, El Día de Todas las Almas, La Historia Siguiente, El Desvío a Santiago.

Arthur Golden, Memorias de una Geisha. Nunca he vuelto a leer nada más de este autor. Lo cogí en la biblioteca un poco de mala gana porque no encontraba nada que me gustase en inglés y me fascinó desde la primera página. Fue como entrar en un cuadro de Hokusai, en una escritura de infinitos pliegues, trazos, matices y sentidos. Pura sensibilidad.

Marcela Serrano. Otro amor a primera lectura. Me la presentaron en Cuba, y desde entonces Antigua Vida Mía se ha convertido en el libro en el que me gustaría vivir y morir. Esta mujer es capaz de arrancar poesía de todo, de la guerra, del dolor, de la pérdida. Dale algo triste y lo convertirá en un grito de una belleza insostenible. Dale un lugar y te construirá un refugio para el espíritu. Ella es así. Algunos de sus libros son, por supuesto, Antigua Vida Mía y, Para que no me Olvides, Lo que está en mi Corazón, La Novena, El Albergue de las Mujeres Tristes, Hasta Siempre Mujercitas, Nosotras que nos queremos tanto.

John Le Carré. He crecido con él, ha estado en casa desde mi infancia pero no lo empecé a leer hasta muy tarde. Ha tenido el raro don de ser un escritor con talento y ser capaz de cautivar a muchos públicos notablemente diferentes. Quizá es el aliento de nostalgia de Smiley o las trepidantes aventuras de La Chica del Tambor, la guerra fría y los espías. O tal vez también el giro hacia nuevas temáticas como el compromiso con la integridad de algunos de sus personajes en El Jardinero Fiel, la Canción de los Misioneros o Una Verdad Delicada.


Ryszard Kapuscinski. No sé por qué me gusta tanto. Supongo que es porque tiene un algo entre inocente y sabio, va y viene entre lo personal y lo universal como quien se pasea por el pasillo de su casa. Es una voz auténtica que en mitad de lo duro, lo horrendo y lo grotesco sabe encontrar aquello que ennoblece, que dignifica la condición humana, que conmueve. Y encima es divertido. Encontré Imperio en un asiento del metro y me lo llevé. Dentro del libro había un papel con una dirección de correo electrónico y un número de teléfono. Tardé varios meses en llamar, la verdad. Supongo que me daba pereza, pero nadie contestó nunca ni al teléfono ni al correo. Cuando estaba llegando al final me di cuenta de que estaba defectuoso y faltaban un buen número de páginas. Me dediqué a leer sus otros libros para compensar. Viajes con Heródoto es uno de mis favoritos, también Ébano, El Emperador, El Sha, La Jungla Polaca.

Asne Seierstad. Se hizo famosa con El Librero de Kabul, que fue precisamente el primero de sus libros que leí. Este también lo cogí en la biblioteca y creo que por idéntico motivo al de Golden. Humanidad escrita con sus letras más grandes. Como en Kapuscinski se nota el estilo periodístico, pero también como él consigue que el escritor vaya más allá del periodista. Una verdadera aventura personal abierta y sensible. El Ángel de Grozni es otro gran título, así como Ciento y un días. El último que he leído ha sido De Espaldas al Mundo, que me ha gustado algo menos. Aun así, cien por cien recomendable.

Elena Poniatowska. Era lectura obligatoria así que me tragué Hasta no Verte Jesús Mío antes del examen y ahí la dejé. Este año empecé a pensar en ella como se hace con los amores antiguos cuando de repente te vienen a la memoria, con un poco de nostalgia y preguntándome qué habrá sido de ellos. Así que para recuperar el tiempo perdido la busqué y me encontré con Dos Veces Única, Leonora y La Piel del Cielo. Esta mujer escribe con una fuerza extraída del centro de la tierra y sus personajes son como su palabra, titánicos, feroces, imposibles. Escindidos entre la guerra interior y un corazón que deshoja margaritas a escondidas. Muy chido.

Y se me habían olvidado Joseph Conrad, que es de sobra conocido y no lo voy a comentar y Azar Nafisi, autora de Leyendo Lolita en Teheran, una verdadera joya para los amantes de la literatura. Su prosa es un verdadero deleite, tiene algo que me recuerda a Scott Fitzgerald (quizá porque habla tanto de él en el libro), imbricando su historia personal en un Irán sacudido por la revolución de los ayatollah con su amor por los libros. Podría haberse titulado "de cómo la literatura puede salvarnos de la locura colectiva", aunque, por supuesto, el título original está mucho más logrado. Y de paso le da un par de vueltas a la interpretación canónica de Lolita. Valiente  y necesaria.

Y este mes también incluyo la edición de Julio de la revista digital de poesía Intropia en la que participo con otros estupendos colaboradores.






Brunhilde Román Ibáñez
Los créditos de la imagen son de Stefania Berra, excelente fotógrafa y amiga. Su blog:www.iamwater.blue