jueves, 28 de julio de 2016

SANGRE Y PURIFICACIÓN: EL RITUAL FEMENINO DE LAS TESMOFORIAS

SANGRE Y PURIFICACIÓN: EL RITUAL FEMENINO DE LAS TESMOFORIAS

El origen de este antiquísimo ritual es desconocido. Las Tesmoforias se celebraban en Grecia en honor de Deméter, diosa de las cosechas y de su hija y doble, Perséfone, durante el otoño. En este festival participaban solamente mujeres que ya habían tenido su primera menstruación y venía precedido por nueve días de purificación. En ellos las mujeres se abstenían de relaciones sexuales y realizaban una serie de rituales a través de los que iban dejando a un lado gradualmente su condición socialmente establecida como madres y esposas para penetrar en su propio interior. Las ceremonias eran secretas y celebraban diferentes aspectos del binomio Deméter-Perséfone: los misterios de la fertilidad, la creación y la existencia cíclica ( a través del duelo por el descenso de Perséfone y la alegría ante su regreso de entre los muertos).

Durante esos nueve días las mujeres construían cabañas en los campos designados para el ritual y tomaban una bebida hecha de ligustro, para favorecer la llegada de la menstruación.
El primer día del festival llamado Catodos/ Anodos (descenso/ ascenso) las mujeres sacrificaban cerdos ya que el cerdo es el animal consagrado a Deméter (Asimismo, Perséfone fue conducida al inframundo a través de una sima en la que Eubuleo y su rebaño de cerdos fueron tragados con ella, según algunas versiones). El sacrificio tenía lugar en una sima a la que las mujeres descendían con los lechones con los que se alimentaba a la divina Serpiente: deidad del mundo subterráneo. A través de este ritual la Serpiente se habitaba en ellas, se hacía una con ellas.
El segundo día de las Tesmoforias se llamaba Nesteia (ayuno), o día del medio (mese). Durante este día se ayunaba, sólo se podían tomar semillas de granada (recuérdese que Perséfone no puede abandonar el Hades por haber comido semillas de granada). En esta jornada de duelo, las mujeres hacían ofrendas de la carne asada del cerdo mezclada con maíz y descendían de nuevo a la sima para ofrecer objetos sagrados a la Serpiente. El resto del día se sentaban en el suelo permitiendo que su sangre se derramase sobre los campos y que la Serpiente circulase en ellas a través del flujo. Se produce así el intercambio con la tierra, el don y la entrega a través de su propia sangre, el sacrificio de una parte de sí mismas para absorber la fuerza del cuerpo de la tierra.
El ayuno terminaba con la puesta de sol y tenía lugar la celebración en la que el orden de la experiencia cotidiana se subvertía, se entraba en el espacio-tiempo de lo extraordinario, la ruptura con la experiencia de roles y esquemas sociales preestablecidos.
El último día, llamado Kalligenia, o hermoso nacimiento, restaura el orden, la Serpiente vuelve al inframundo y Perséfone regresa a la tierra. Las mujeres recuperan sus jerarquías y las más ancianas se hacen cargo del altar, retirando la carne y las semillas que van pasando al resto de las mujeres. Éstas entierran todo en el campo, en el terreno hecho sagrado a través de la sangre.

Por medio de ese descenso a la tierra y a la sangre, las mujeres han recibido el don de la fecundidad, del misterio de aquello que sólo puede crecer en la oscuridad. El reino de la serpiente o de Perséfone sólo puede ser conocido a través del sacrificio de lo racional, supone la entrega al inconsciente y al poder ctónico de la Gran Madre. Únicamente así puede tener lugar la transformación por la cual la mujer se abre a su propia creatividad y poder interior. Vuelve al mundo purificada y expandida, habiendo experimentado en sí los secretos de la tierra.

Basar Emir establece asimismo un interesante paralelismo etimológico en la lengua griega antigua entre “khiros” (una de las palabras usadas para designar al cerdo y, coloquialmente, a la vagina) y “katharma”, derramamiento de sangre ritual en un acto de purificación. De igual modo, de acuerdo con Debora kuller, estos conceptos se conectan con la palabra katharsis (Catarsis), uno de cuyos significados era precisamente “limpieza a través del flujo mestrual”. Vinculando de nuevo esta etimología al tema del cerdo, la palabra “katharsion” se refería al sacrificio de un lechón para purificar un escenario teatral.
De este modo, la mujer “sacrifica” su sangre, perdiendo así temporalmente su fuerza vital para ofrecérsela a la tierra, y recibe a cambio el conocimiento de lo oculto y la purificación. Sacrificar, no lo olvidemos, significa hacer algo sagrado (sacer/sacrificare) a través de un proceso, de la misma manera en que anualmente se renueva en las Tesmoforias la conciencia de la sacralidad de la sangre y del propio cuerpo de la mujer y la Tierra.
El simbolismo del cerdo está asimismo ligado a los conceptos de abundancia y fertilidad. No sólo estaba consagrado a Deméter sino a la diosa galesa Ceridwen, también llamada la Cerda Blanca, o la Gran Cerda, que en su fase creativa se asociaba a la regeneración y la creatividad y en su fase destructiva representaba la luna menguante y el descenso al inframundo. El cerdo, como guía al inframundo, enseña el camino a través de nuestra parte oscura por medio de iniciaciones en las que el dolor y el miedo nos obligan a iluminar aspectos desconocidos del ser. 
El binomio Deméter/ Perséfone también presenta el mismo contraste entre el paso por los infiernos, muerte y resurrección. Tal paralelismo entre el mito griego y celta puede apuntar a un conocimiento, a una serie de códigos o claves que el mundo antiguo ofrece para acompañar y propiciar profundos cambios de conciencia interiores. No esperes a la muerte para morir, deja que muera el ego antes, y así comprenderás que realmente la muerte no existe.

Bibliografía:

Ser Mujer. Artículo de Betty de Shong Meador
Imagen del Mito. Joseph Campbell
Thesmophoria. Basar Emir www.academia.edu
The Renaissance Bible. Scholarship, Sacrifice and Subjetivity. Debora Kuller Shuger

Texto: Brunhilde Román Ibáñez

Imagen de celebrantes: www.pub22 net
Imagen de Perséfone: autoría desconocida