Vamos llegando al final de este recorrido por las letras hebreas de Valente. No importa cuántas veces las lea, siempre me sobrecoge su belleza e intensidad. El retorno a las aguas primigenias, a la sabiduría del lenguaje y la necesidad del silencio. Valente solía decir que gestar un poema es como el proceso de gestación de un niño. Necesita de lo oscuro para ir haciéndose dentro del poeta, madurando y escribiéndose. El poema da forma al poeta y viceversa, para mí hay un engendramiento mutuo: hacemos el poema y a la vez el poema nos hace. Ahí está su misterio y su magia.
ל LAMED
Tocaste las aguas, la quietud de las aguas, y engendras- te la vibración: creciste en círculos: descendiste a los limos: penetraste en la noche y en la viscosidad: creció lo múltiple: raíz de engendramiento: tú eres y no eres inmortal.
Otro poema que va acompañado de música. En este caso la música me llegó después que el poema, o el poema me llevó al concierto de Shostakovich. No conozco prácticamente nada de este compositor pero me vino el nombre en medio de la escritura, o el poema lo llamó porque quería ser recitado con este tema, no lo sé; en cuanto me puse a buscar algún tema de este autor para acompañar/ acariciar lo que yo había escrito, inmediatamente apareció esté vídeo, y fue amor a primera vista.
Estaba tu cuerpo separado del día
El perfume blanco como una flor atardeciendo en tu garganta y llenándola de olíbano.
Yo hablaba de cosas inmortales mientras las rosas ardían en tu boca. Shostakovich sólo era un nombre, dijiste bajo la lluvia blanca, el concierto número 2 sonaba en tus párpados y vaciaba el tiempo.
Tú harás manar estrellas en mi frente, dijiste.
La lluvia era blanca y tus párpados pesaban bajo su música.
Una rosa en llamas atraviesa mi garganta, tu boca es el altar donde enciendo mi ofrenda: no la luz sino el espacio donde ocurre la luz.
Sola en mi lengua la palabra custodia tu nombre como rosa hirviente en la flor de los labios
Tú dices:
Recuerda quién eras cuando caminabas sobre el fuego
Tú música es pálida y azul y quema mi garganta
Yo voy desnuda hacia la hoguera
Shostakovich cierra el piano, el telón se cierra y cierra el mundo.
Se
la conocía como “la incomparable” o “la sin par Orinda” y
fue una de las muy pocas escritoras cuya obra gozó de amplia
difusión en la Inglaterra del siglo XVII. Inspirada por su abuela
materna, fue una ávida lectora desde su infancia; tuvo acceso a una
educación privilegiada y a lecturas tanto en inglés como en
italiano y francés. Cultivó la poesía, tradujo a autores franceses como
Corneille y sus cartas a Sir Charles Cotterell (traductor y maestro
de ceremonias del rey Carlos I, nombrado caballero en 1644) se
publicaron después de su muerte con el título de Letters
from Orinda to Poliarchus.
El
poeta Henry Vaughan la dio a conocer y publicó uno de sus poemas dedicados al dramaturgo y poeta William Cartwright,
fue entonces cuando adoptó el seudónimo de Orinda.
Fundó
El Club de la Amistad, para el que toma conceptos ciceronianos o
aristotélicos relativos a la amistad y los adapta a una visión
femenina, al igual que determinadas ideas de Plutarco o John Donne. Se vale asimismo de convenciones del amor cortés para usarlas en composiciones dedicadas a la amistad entre mujeres.
Inspirándose en la tradición clásica, los integrantes del club
-hombres y mujeres- usaban seudónimos extraídos de la literatura.
Ella misma se dirigía a su marido con el nombre de Antenor. Dentro
del club creó también un subgrupo formado exclusivamente por
mujeres (con seudónimos como Ardelia, Rosania, Celimena o Lucasia)
con las que intercambiaba poemas y cartas.
Su matrimonio con el
parlamentario James Philips, uno de los firmantes de la pena de
muerte de Carlos I, fue una unión armoniosa a pesar de la temprana
muerte de Héctor, su único hijo, de la diferencia de edad (se
llevaban 36 años aunque algunos estudiosos discrepan en cuanto a este dato) y de sus respectivas filiaciones políticas: ella
apoyaba la corona, él era partidario de Cromwell. Philips animó a su mujer a continuar con sus actividades literarias lo que permitió a Katherine desplazarse desde su
residencia familiar en Gales a Londres a su conveniencia, algo fuera
de lo común para una mujer de su época.
Se
la recuerda especialmente por sus poemas dedicados a la amistad entre
mujeres aunque escribió sobre temáticas muy variadas.
Reproduzco abajo el fragmento de uno de sus textos más conocidos y que realmente es
una traducción de La Solitude, de Antoine Girard de Saint-Amant. Fue musicado y popularizado por el compositor Henry Purcell y de él se han hecho muy diversas versiones a lo largo de los siglos; incluyo aquí dos vídeos en los que se evidencia esta diversidad de tratamiento.
Pascal
Quignard cita este poema en Las escaleras de Chambord y a mí me toca con esa
cualidad evocativa y enigmática de su escritura, su nostalgia un
poco evasiva, esa música interior que viene de los fracasos, del
amor frustrado y los bosques. La música existe, parece decir, para
que podamos escuchar ese silencio: “Sans
cesse on descendait seul. Sans cesse on était abandonné de celui
qu'on avait sous les yeux”.
En
esa soledad se configuran espacios de libertad que nos retrotraen a
un paraíso perdido, idílico y pastoral, pero que también
representan un lugar de transgresión del camino marcado, un lugar
donde Philips (y quizá también el protagonista de la novela de
Quignard) encuentra la raíz de su propio poder interior más allá
de las máscaras de las convenciones y la esfera pública. Como en el
caso de otros escritores realistas de la época del Interregno (los
once años de gobierno republicano liderados por Oliver Cromwell)
Katherine reclama el retiro en la naturaleza como lugar de encuentro,
espejo y espacio desde donde convocar su verdadera fortaleza. Soledad, el inicio de todo movimiento.
Oh!
soledad... (fragmento)
Oh
soledad! mi dulce elección
Espacios
consagrados a la noche,
Lejos
del tumulto y del ruido,
Cómo
deleitas la inquietud de mi mente
Oh
Cielos! Qué contento el mío,
de
ver esos árboles que han resurgido
desde
el nacimiento del Tiempo,
y
que todos los siglos han venerado,
tan
frescos y verdes todavía
Como
cuando sus bellezas fueron vistas por primera vez!
Katherine Phillips (mi traducción)
La Solitude de St. Amant
La Solitude - A Alcidon
1 O! Solitude, my sweetest choice Places
devoted to the night, Remote from tumult, and from noise, How
you my restless thoughts delight! O Heavens! what content is
mine, To see those trees which have appear'd From the
nativity of Time, And which hall ages have rever'd, To look
to-day as fresh and green, As when their beauties first were
seen!
O que j'ayme la solitude! Que ces lieux
sacrez à la nuit, Esloignez du monde e du bruit, Plaisent à
mon inquietude! Mon Dieu! que mes yeux sont contens De voir
ces bois, qui se trouverent A la nativité du temps, Et que
tous les siècles everent, Estre encore aussi beaux et
vers, Qu'aux premiers jours de l'univers!
Loa poemas en inglés y francés son de la página: http://www.jimandellen.org/womenspoetry/solitude.html