La Historia Interminable como paradigma de la Nueva Humanidad.
Tomo
el término "Nueva Humanidad" de Emilio Carrillo. Me parece
pertinente utilizarlo porque en La Historia Interminable, el acto de
nombrar da lugar a una nueva creación en el reino de Fantasía, al
igual que en nuestros tiempos, renombrar el caos, la incertidumbre,
la caída de estructuras y el surgimiento de otras, bajo el epígrafe
de Nueva Humanidad, nos da la oportunidad de resignificar la
experiencia y darle un foco, poner la atención más en aquello que
queremos construir que en lo que tratamos de evitar.
La
Historia Interminable comienza con la extensión de la Nada, que es
algo que no se puede describir, algo que hace desaparecer ciudades,
bosques, pueblos y gentes. Donde ayer había una montaña, un río,
hoy no hay nada, todo pierde sus contornos, simplemente deja de
existir. Esta Nada va precedida de una especie de desaliento gris que
va marchitando, corroyendo la vida. Cuando la Nada se aproxima las
personas, los animales y las plantas empiezan a decaer, a
marchitarse, a perder la vitalidad, a dejarse llevar por el desánimo
y la tristeza. Es entonces cuando la Emperatriz Infantil llama a
Atreyu, para que busque al salvador del reino de Fantasía. El
salvador deberá dar un nuevo nombre a la Emperatriz antes de que el
reino se extinga devorado por la Nada. Nos encontramos aquí con el
acto de nombrar como acto de creatividad, algo tiene que nacer pero
primero hay que llamarlo, nombrarlo, darle una esencia, una
sustancia. El tiempo de la Emperatriz ha Acabado, una nueva realidad
tiene que ser creada y al pronunciarla la hacemos consciente, sabemos
qué está pasando y qué es lo que tenemos que hacer: inventar un
nuevo nombre, una nueva manera de entender la experiencia.
La
Emperatriz sabe que su tiempo se acaba porque su existencia es
cíclica. Cada cierto tiempo debe cambiar de nombre para dar paso a
otra realidad ¿Por qué es tan importante el nombrar? En Parsifal
se
nos cuenta la historia del joven guerrero que llega al palacio del
rey Anfortas, a la tierra baldía, pero Parsifal tiene miedo de
preguntar, de verbalizar aquello que tiene delante de los ojos, ve la
tierra yerma y no hace la pregunta que podría haber salvado a
Anfortas y su reino. Calla, y los ciclos de fertilidad, de renovación
de la tierra, no pueden producirse. El reino permanece estéril.
Nombrar es crear aquello que está por venir, creer y crear su
realidad, permitir que una nueva etapa, una nueva creación ocupe el
lugar de lo anterior. También J. G. Frazer nos cuenta la historia
del guardián-rey-sacerdote del bosque de Nemi, que sabe que su
destino es morir de manos de quien ha de reemplazarle, del próximo
guardián, del próximo movimiento cíclico porque su tiempo ha
terminado y otra cosa, otro rey ocupará su lugar. Del mismo modo, la
Emperatriz Infantil debe morir. Alguien tiene que otorgarle un nuevo
nombre para que la vida siga, porque su destino está ligado al
destino de todo su reino. El cambio de ciclo en nuestra realidad de
2021 es asimismo irrevocable, tal y como el paso de las estaciones,
de las etapas de la vida: niñez, adolescencia, juventud, madurez,
vejez y muerte. Pero la muerte es otro paso hacia otra dimensión más
grande. La Emperatriz no muere realmente, muere a un nombre, a una
etapa, para hacer posible que surja una nueva etapa desde una
consciencia expandida, igual que la juventud expande la consciencia
de la niñez y la madurez expande la consciencia de la juventud. La
muerte también es una expansión hacia algo más grande. Y en este
periodo de la existencia, el Kali Yuga, el final de los tiempos, la
vieja conciencia debe morir para dar paso a algo nuevo, a esa Nueva
Humanidad, a ese nuevo nombre. Porque la transformación es necesaria
e irreversible, porque la vida busca su próximo nivel de expansión.
Frente a la incertidumbre, el miedo, el caos, está surgiendo la
necesidad de una transformación individual y colectiva. De un nuevo
modo de mirar y entender la Vida y de entendernos como individuos y
como especie. En este sentido, volvamos a La Historia Interminable.
Atreyu representa un estadio de la conciencia que indaga, se
cuestiona, confía, actúa desde su guía interior. No siempre le
salen las cosas como él quiere pero siempre persevera. Bastian, que
dará el nuevo nombre a la Emperatriz para así salvar el reino de
Fantasía, por el contrario, se ve a sí mismo como un niño apocado
y débil. Bastian va adquiriendo consciencia a través de Atreyu, le
va siguiendo en todas sus aventuras y llega un momento en el que se
da cuenta de que Atreyu le está llamando a él, y no acaba de
creérselo ¿por qué él? un niño impotente, débil y asustado que
se esconde para leer un libro. Bastian no se considera muy listo, ni
fuerte, ni valiente, pero tiene un don: le gustan las historias y
sabe cuál es el nombre que pondría a la Emperatriz. Él representa
la conciencia que quiere ir del ego al ser. Todos estamos llamados a
salir de los límites de lo que creemos posible, la realidad esencial
es que, al igual que Bastian, cuando todo está perdido, sólo
podemos confiar. En la vida, en nuestros recursos interiores, en que
esto tan duro que estamos viviendo también pasará, en que saldremos
adelante como individuos y como especie, y algo nuevo tendrá que
surgir.
Una
vez que la Emperatriz se ha convertido en la Hija de la Luna, Bastian
irá creando progresivamente un nuevo mundo a partir de la Nada, pero
al mismo tiempo va olvidando quién es. Su camino de vuelta consiste
en recuperar su identidad, o de recrearla, pues ya no podrá ser
nunca la misma del niño tímido de antes. Se trata de emprender el
regreso con todos los aprendizajes, toda la experiencia vivida, toda
la memoria de su paso por Fantasía, desidentificándose del pequeño
yo para volver al Ser. Esta es la verdadera vuelta en espiral, un
impulso a una consciencia más grande, a través de penalidades,
alegrías y dudas. Y en este viaje que emprendemos hacia otra forma
personal y colectiva de estar en el mundo, no estamos solos, al igual
que Atreyu y Fújur están ahí para Bastian, muchas personas
comparten la misma inspiración, el mismo deseo de crear otra
realidad posible dentro y fuera de cada uno de nosotros. El viaje
siempre es interior, pero no lo estamos haciendo solas, estamos
construyendo, sembrando desde nuestra común humanidad. Sabiendo que
quizá la transformación no la percibamos hoy o mañana, o el año
que viene, pero ya está sucediendo, y no hay vuelta atrás.
Mi personaje favorito del libro, Fújur, el dragón de la suerte.
Brunhilde Román Ibáñez
Imagen: Internet