Es la primera vez
(desde el Instituto) que me presento a un concurso de poesía ¡Y he
ganado el primer premio!! Afónica y contenta. Curiosamente me he
enterado de que el día del fallo del jurado fue el 22 de mayo de
este año, 2017, el día que tuve que ir a urgencias y me ingresaron
en el hospital, con gran miedo por mi parte. La vida tiene estas
cosas singulares, o plurales, no sé cómo llamarlas. A partir de ese
día, me he sentido como si estuviera siendo tragada por un agujero
cósmico en el que soy una desconocida para mí misma y no sé muy
bien a quién pertenece esta piel, estos brazos, esta voluntad. No sé
muy bien si esto es morir o renacer, o las dos cosas al mismo tiempo.
Sólo se que ha llegado la hora de zarpar, hacia más dentro,
siempre.
Cambiando
enteramente de registro, creo que hacía años que no venía a
Valladolid y me ha hecho ilusión, ha sido como un revival del
pasado. Ahora estoy en la hierba, delante de la facultad de derecho y
me acuerdo de las muchas veces que he venido en mi adolescencia con
mi amiga que estudiaba filosofía en este edificio, y los cachis de
cerveza que nos tomábamos en una plaza que hay por aquí abajo con
una Iglesia. La antigua, o algo así. En mis años locos me acuerdo
de un bar muy cutre. Estaba en el baño y al darle una patada a la
taza del váter se me partió en dos y yo ahí, tratando de
recomponerlo. No me preguntéis por qué le di una patada, son cosas
que se pierden en la noche de los tiempos. Ahora que soy más mayor
empiezo a releer libros y a volver a lugares con un poco de
nostalgia, como si pudiera verme a mí misma por el ojo de una
cerradura. Aquí cerca está también la calle donde hacíamos la
formación antes de irme a vivir al Chad y yo cruzaba esta misma plaza y no
me acordaba entonces que también yo era la chica de las cervezas la
noche antes de coger el autobús Valladolid — Barcelona. Ahora las
reúno a todas, en diferentes épocas y circunstancias conmigo, en
esta hierba. Y hay un abrazo largo que viene desde muy lejos y nos
contiene a todas y confirma nuestra existencia ante el paso del
tiempo. Y creo que me voy a por una cerveza...
Felicidades artistaza!! Un besazo enorme
ResponderEliminar¡¡Graaaacias!! Te espero en el próximo verso ;-)
EliminarFelicidades!!!!! Apasionada con lo que vives y lo que cuentas...una crack
ResponderEliminar¡¡Mil gracias!! Y muchas más por leerme!! Besos y pasion.
EliminarEnhorabuena por un reconocimiento más que merecido^^
ResponderEliminar¡¡Muchísimas gracias!! Me hizo mucha ilusión y lo pasé muy bien. Beeeso :-)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEs llamativo,como mínimo,ese contraste de un problema de salud y un premio,a la vez.
ResponderEliminarCómo se puede trenzar la sombra y la luz,arriba y abajo,como el conocido símbolo del yin y el yan,donde,compenetrandose,el uno contiene al otro para formar un todo perfecto.
Seguramente aquel día 22 contenía una clave,una puerta...
..Que me recuerda a la que abrió una tal Alicia.
Qué bonito lo que dices, sí, el 22, un número maestro, un portal, otro comienzo. Alicia sabía mucho de claves y de abrir puertas a otros mundos, que siga la aventura :-)
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