"Una piedra no es sino música petrificada" Pitágoras
El
lunes pasado tuve que ir a la farmacia -como no soy muy amante del
mundo de la industria farmacéutica voy un poco arrastrando los pies
y rechinando los dientes- aunque la mujer que me atiende siempre es
un encanto y eso me reconcilia un poco con el universo de las
pastillas con receta y las batas blancas.
De
hecho a ella le encanta viajar y me estaba hablando de una visita a
Pamplona donde tuvo la oportunidad de ir a un lugar donde se hacen
quesos.
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“La mujer nos explicaba cómo antes se elaboraba el queso de manera
tradicional y cómo ha cambiado todo con las normativas de la Unión
Europea” me cuenta_ “también nos explicó que antiguamente
utilizaban una piedra para cuajar la leche, la piedra tenía algún
tipo de propiedad que conservaba el calor y la echaban a la leche.
Incluso nos enseñó la piedra, todavía la guarda.”
Yo
asiento_ “Vaya cosa más curiosa ¿no? Cuajar leche con una piedra”
_
“Sí” continua ella_ “Ella hablaba de la piedra como si tuviera
poderes mágicos. Yo desde mi punto de vista científico lo
racionalizaba diciendo: tendrá que ser una piedra con alto
contenido en hierro para producir ese efecto, pero es algo que se
puede explicar”.
Nos
reímos. Me marcho con mis bolitas homeopáticas.
Pero
la conversación no se me va de la cabeza y es que estoy convencida
de que esa piedra es realmente mágica. Que la humilde materialidad
de la piedra sea portadora de esa transmutación y que esa sabiduría
pueda comunicarse del reino mineral al humano, traspasando mundos me
parece un acto sublime de la magia de la vida, porque ¿en qué
momento de la historia alguien decide que una piedra pueda hacer
cuajar leche? ¿Qué se puso en marcha para que el conocimiento de
la piedra llegase a manos del ser humano? ¿Qué conciencia operaba para hacer posible esta comunión entre un pedazo de roca y la mano
que la toma?
Todo
lo que existe sobre la faz de la Tierra tiene la capacidad de
impactar con su presencia y es que ¿cuándo una piedra de las que
se encuentran por los caminos deja de ser una piedra para
convertirse en un catalizador capaz de transformar la materia? Algo
primordial sucede, está sucediendo en cada intercambio, con otros
seres humanos, con animales, plantas o la tierra, algo cuyo
potencial de transformación ni siquiera suponemos. Estás tú, y
estoy yo, y está algo que se crea y que nos crea y en ese proceso
algo ha cambiado y tú y yo ya no somos los mismos. Éramos leche y ahora somos queso, estábamos en el llanto o la ira hasta que alguien nos miró y nos vio realmente, y nos devolvió algo de nosotros que habíamos olvidado. Y eso es muy grande.
Con
mi más profunda reverencia hacia las piedras (con o sin hierro)
y
hacia la magia.
Texto:
Brunhilde Román Ibáñez
Imagen
del templo de Apolo en Delfos.