SANGRE
Y PURIFICACIÓN: EL RITUAL FEMENINO DE LAS TESMOFORIAS
El
origen de este antiquísimo ritual es desconocido. Las Tesmoforias se
celebraban en Grecia en honor de Deméter, diosa de las cosechas y
de su hija y doble, Perséfone, durante el otoño. En este festival
participaban solamente mujeres que ya habían tenido su primera
menstruación y venía precedido por nueve días de purificación. En
ellos las mujeres se abstenían de relaciones sexuales y realizaban
una serie de rituales a través de los que iban dejando a un lado
gradualmente su condición socialmente establecida como madres y
esposas para penetrar en su propio interior. Las ceremonias eran
secretas y celebraban diferentes aspectos del binomio
Deméter-Perséfone: los misterios de la fertilidad, la creación y
la existencia cíclica ( a través del duelo por el descenso de
Perséfone y la alegría ante su regreso de entre los muertos).
Durante
esos nueve días las mujeres construían cabañas en los campos
designados para el ritual y tomaban una bebida hecha de ligustro,
para favorecer la llegada de la menstruación.
El
primer día del festival llamado Catodos/ Anodos (descenso/ ascenso)
las mujeres sacrificaban cerdos ya que el cerdo es el animal
consagrado a Deméter (Asimismo, Perséfone fue conducida al
inframundo a través de una sima en la que Eubuleo y su rebaño de
cerdos fueron tragados con ella, según algunas versiones). El
sacrificio tenía lugar en una sima a la que las mujeres descendían
con los lechones con los que se alimentaba a la divina Serpiente:
deidad del mundo subterráneo. A través de este ritual la Serpiente
se habitaba en ellas, se hacía una con ellas.
El
segundo día de las Tesmoforias se llamaba Nesteia (ayuno), o día del medio (mese).
Durante este día se ayunaba, sólo se podían tomar semillas de
granada (recuérdese que Perséfone no puede abandonar el Hades por
haber comido semillas de granada). En esta jornada de duelo, las
mujeres hacían ofrendas de la carne asada del cerdo mezclada con
maíz y descendían de nuevo a la sima para ofrecer objetos sagrados
a la Serpiente. El resto del día se sentaban en el suelo permitiendo
que su sangre se derramase sobre los campos y que la Serpiente
circulase en ellas a través del flujo. Se produce así el
intercambio con la tierra, el don y la entrega a través de su propia
sangre, el sacrificio de una parte de sí mismas para absorber la
fuerza del cuerpo de la tierra.
El
ayuno terminaba con la puesta de sol y tenía lugar la celebración
en la que el orden de la experiencia cotidiana se subvertía, se
entraba en el espacio-tiempo de lo extraordinario, la ruptura con la
experiencia de roles y esquemas sociales preestablecidos.
El
último día, llamado Kalligenia, o hermoso nacimiento, restaura el
orden, la Serpiente vuelve al inframundo y Perséfone regresa a la
tierra. Las mujeres recuperan sus jerarquías y las más ancianas se
hacen cargo del altar, retirando la carne y las semillas que van
pasando al resto de las mujeres. Éstas entierran todo en el campo,
en el terreno hecho sagrado a través de la sangre.
Por
medio de ese descenso a la tierra y a la sangre, las mujeres han
recibido el don de la fecundidad, del misterio de aquello que sólo
puede crecer en la oscuridad. El reino de la serpiente o de Perséfone
sólo puede ser conocido a través del sacrificio de lo racional,
supone la entrega al inconsciente y al poder ctónico de la Gran
Madre. Únicamente así puede tener lugar la transformación por la
cual la mujer se abre a su propia creatividad y poder interior.
Vuelve al mundo purificada y expandida, habiendo experimentado en sí
los secretos de la tierra.
Basar
Emir establece asimismo un interesante paralelismo etimológico en la
lengua griega antigua entre “khiros” (una de las palabras usadas
para designar al cerdo y, coloquialmente, a la vagina) y “katharma”,
derramamiento de sangre ritual en un acto de purificación. De igual
modo, de acuerdo con Debora kuller, estos conceptos se conectan con
la palabra katharsis (Catarsis), uno de cuyos significados era
precisamente “limpieza a través del flujo mestrual”. Vinculando
de nuevo esta etimología al tema del cerdo, la palabra “katharsion”
se refería al sacrificio de un lechón para purificar un escenario
teatral.
De
este modo, la mujer “sacrifica” su sangre, perdiendo así
temporalmente su fuerza vital para ofrecérsela a la tierra, y recibe
a cambio el conocimiento de lo oculto y la purificación. Sacrificar,
no lo olvidemos, significa hacer algo sagrado (sacer/sacrificare) a
través de un proceso, de la misma manera en que anualmente se
renueva en las Tesmoforias la conciencia de la sacralidad de la
sangre y del propio cuerpo de la mujer y la Tierra.
El
simbolismo del cerdo está asimismo ligado a los conceptos de
abundancia y fertilidad. No sólo estaba consagrado a Deméter sino a
la diosa galesa Ceridwen, también llamada la Cerda Blanca, o la Gran
Cerda, que en su fase creativa se asociaba a la regeneración y la
creatividad y en su fase destructiva representaba la luna menguante y
el descenso al inframundo. El cerdo, como guía al inframundo, enseña
el camino a través de nuestra parte oscura por medio de iniciaciones
en las que el dolor y el miedo nos obligan a iluminar aspectos
desconocidos del ser.
El
binomio Deméter/ Perséfone también presenta el mismo contraste
entre el paso por los infiernos, muerte y resurrección. Tal
paralelismo entre el mito griego y celta puede apuntar a un
conocimiento, a una serie de códigos o claves que el mundo antiguo
ofrece para acompañar y propiciar profundos cambios de conciencia
interiores. No esperes a la muerte para morir, deja que muera el ego
antes, y así comprenderás que realmente la muerte no existe.
Bibliografía:
Ser
Mujer. Artículo de Betty de Shong Meador
Imagen
del Mito. Joseph Campbell
Thesmophoria.
Basar Emir www.academia.edu
The
Renaissance Bible. Scholarship, Sacrifice and Subjetivity. Debora
Kuller Shuger
Texto: Brunhilde Román Ibáñez
Imagen de celebrantes: www.pub22 net
Imagen de Perséfone: autoría desconocida
Imagen de Perséfone: autoría desconocida